martes, 22 de septiembre de 2009

En las montañas rusas no pueden subirse príncipes.


Por: Mayra Alvarado Neira


Desde niñas hemos vivido aferradas a la historia del príncipe azul. No hay mujer en el mundo a la que su madre no le haya contado la historia de aquel galán que, montado en su hermoso caballo nos rescatará, con el que nos casaremos y viviremos felices para siempre. Comenzamos entonces, el duro trabajo de ensamblar a nuestro príncipe azul.

Lo que hace que un hombre se convierta en príncipe, no es precisamente su caballo, es una lista detallada de especificaciones con las que el modelo perfecto debe venir: que sea atlético, fuerte, guapo, que me haga reír, que sea alto, no tan bajito para poder usar tacones altos, en fin. Al parecer nadie nos advirtió que debíamos leer la parte en donde se dice algo como: “las características se venden por separado” ó “el muñeco no incluye accesorios”

Los tiempos han cambiado, Romeo ya no tiene que acudir al balcón de Julieta para declararle su amor, sólo necesita cambiar su estado en el hi5. Julieta contentísima le dejara un comentario sobre una foto que se tomaron juntos y mandará por mail una cadena (de esas que todos reenvían apresurados en menos de 10 segundos, con tal de recibir la llamada de su verdadero amor a la media noche) para que su Romeo, no la deje por aquella rubia peligrosa que conoció esa noche en la fiesta.

Pero no sólo Julieta ha cambiado. Blanca nieves ha subido unos cuantos kilos, por lo que una vez superada la fobia a las manzanas, hará una dieta rica en frutas. La bella durmiente no es la misma de antes, la pobre ya ni duerme por planchar sus extensiones de cabello que la hacen ver mucho más joven. Y qué decir de la Sirenita, ha decido cambiar el color rojo de su cabello a un rubio ceniza. Todo para que sus príncipes las vean bien y no las dejen ni por Rapunsel, ni por otra que tenga una mejor cintura.

Es cuando una comienza a pensar… ¿no hubiera sido mejor seguir clases de bordado intensivas? Al fin y al cabo por lo menos ya sabría coser las medias que se me rompieron por dejarlas un mes en cloro y haberlas metido luego en la lavadora. ¡Madres! ¿No hay mejores cuentos para sus hijas? ¡Hijas! ¿No se han dado cuenta que ya no existen los castillos ni las princesas? ¿Por qué seguimos esperando al príncipe de nuestro cuento, si el último que había se caso con la bella durmiente?

Porque no simplemente darse cuenta que “las relaciones son como las montañas rusas”. Cuando las vez estas más que segura de que no te vas a subir, sin embargo minutos después un señor muy amablemente te coloca las protecciones y te aconseja dejar en tierra todas la monedas y cosas que se te puedan caer de los bolsillo, porque ¡no queremos herir a nadie!. Una vez subida no hay escapatoria ¡te aguantas! Has tomado una decisión y tienes que hacerte cargo de las consecuencias, así, entre altos y bajos sientes la adrenalina, las cosquillas invaden tu estómago, tienes una sonrisa estúpida que nadie te la puede quitar. Has llegado a la cima de la montaña, pero así como todo lo que sube tiene que bajar…sabes que no eres la excepción. Por cierto todo es en vano, porque te das cuenta que ya se acabó y lo único que te quedó, es un buen dolor de cabeza y la firme idea de que jamás te volverás a subir.
Sin embargo ¡TODO PASA! y luego de superado el mareo no hay tiempo que perder, no querrás quedarte como la tía María, criando gatos y coleccionando tazas de porcelana ¿verdad? Entonces lo vuelves a intentar.

Una vez superada la etapa: llanto-helado de chocolate-depresión, lo has aceptado. Si se fue ¡que no regrese! Al fin y al cabo no te gustaba ¿verdad? Te convences de que estás lista para comenzar a salir otra vez. Te peinas, te maquillas, ¡te bañas!, es como estar viviendo un Déjà vu, la diferencia es que, esta vez te las sabes todas, bueno, casi todas.

Y digo casi todas porque, aún te crees eso del “tranquila yo te llamo”. ¡No chicas! eso es como los trabajos que no te quieren dar y te dicen “no nos llame, nosotros lo buscamos”. Pero tu tan terca esperas, porque te han dicho tus amigas que: “el man tiene cara de que si le gustaste”. ¿Disculpe? ¿Cuál es esa cara? Alguien debería decírnosla. Es como cuando te dicen Juana y tu nombre es Valeria, luego esa persona para ratificar su error, no encuentra mejor excusa para decirte: “hay es que tienes cara de Juana” pero ¿cuál es la cara que se supone deben tener las Juanas?

Como no te llama, decides poner en marcha el plan ‘B’, recurres a mandarle un mensaje con el pretexto de que te equivocaste de persona. Pones en tu teléfono la opción enviar, cruzas los dedos y que el angelito de los novios te conceda la oportunidad. ¡Rin-rin! ¡Te ha contestado! como sabes que es él, para hacer más dramático el asunto, esperas que suene todo el ringtone. Abres el mensaje y encuentras un “no te preocupes”, creyendo que hay algo más, rompes con tu pulgar la tecla que te permite bajar… ¡no hay nada más! Entonces llamas indignada a todas tus amigas a contarles lo que sucedió, pero ellas te sorprenden contándote la misma historia con la única diferencia de que esta vez, son ellas las protagonistas. Es una historia sin fin.

Luego de haberle dicho de todo, menos bonito, él te llama. Tan considerada le das otra oportunidad. A medida que la conversación transcurre, recuerdas que mañana sales tarde de la ‘U’, entonces inventas la excusa perfecta para que te vaya a ver. Le dices que un asesino en serie te anda acosando, que a esa hora es peligroso que transites por esos lugares, en fin, le armas la mejor película de acción al estilo Hollywood, todo para que se digne en irte a buscar y te lleve segura a casa. Le cuentas la historia hasta con efectos de sonido y él, lo único que te responde es: “tendrá cuidado”.

Ya no sabemos qué hacer… lo hemos intentado todo.

Desde aguantarles el típico “le quiero pero no quiero hacerle daño” hasta el “quiero que sea la madre de mis hijos” pero así, ya va completando una guardería de hijos pero con madres diferentes. Dicen que las mujeres, pese a todo, somos bendecidas, pues nos volvemos a enamorar, mientras que ellos podrán estar con cuantas chicas quieran pero, antes de dormir siempre pensarán en la mujer que aman.

Que los príncipes no pueden subirse a las montañas rusas es cierto. Esta travesía esta únicamente disponible para LOS HOMBRES DE VERDAD. Aquellos que no tienen miedo, los que escuchan a su corazón y no a sus “amiguitas”, aquellos que ven tus fallas como encantos, que no te piden que cambies porque te aceptan tal cual y como eres, no importa si eres chinchosa, gritona o simplemente libre. Los que no te culpan a ti de que su relación haya terminado, los que te creen a ti. Los que valoran que hayas tomado clases de arte para poder hacerle una tarjeta con un perro que no parezca conejo, o los que valoran las cosas tan simples como comer papas fritas de carrito. Los hombres de verdad no están con una chica por estar, están con ella porque saben que él la puede hacer feliz. Están con ella no porque se sienten solos, sino porque quieren estar con ella específicamente.

Pero esta historia no puede terminar sin antes decirles a las mujeres que, ¡los príncipes están únicamente en los cuentos! Y que no debemos buscar lo que no se nos ha perdido, sino que debemos descubrir lo que está oculto. Quieran a sus hombres como son, pero jamás se dejen de querer a ustedes mismas.

Ya no más cuentos de hadas y de príncipes, es mejor ver Shrek, porque los príncipes… ¡ya cambiaron de color!

4 comentarios:

Galia dijo...

Mayrita... me encantó. Creo que es el cuento que deberían leer todas las niñas!!! ... Te felicito y te invito a que leas mi material, espero te guste: http://diciendo-galia.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Amiga una vez mas FELICITACIONES esta lo maximo jaja TQm... BENY

Prisi Castro dijo...

Mayris super bueno el cuento,sabes que faltaría en último de lo casos? Q nuestros supuestos principes se animen a subir a la montaña rusa, pero que nosotros paguemos el boleto...Mmm..,jaja q ironía!!

Anónimo dijo...

May Alvarado!!!!!! Excelente,excelente... Esta buenísimo y es la realidad... te felicito.
Pao Abad